Karakorum. Mikel Alonso
Las fotos que se exhiben en esta exposición, obra del fotógrafo bilbaíno Mikel Alonso, se hicieron en septiembre de 2014 en el Valle de Hushé, Pakistán, en un viaje con personas voluntarias de Baltistan Fundazioa.
Son rostros y miradas de las gentes que viven en algunas de las remotas aldeas del Karakorum, paso obligado para acceder a varios de los “ocho miles” del Planeta. En este valle, de una belleza sobrecogedora y de una dureza extrema es donde “Baltistan Fundazioa”, lleva a cabo desde hace 16 años un importante trabajo solidario, creando escuelas y centros de promoción de la mujer.
El autor
Mikel Alonso (Bilbao, 1950), ha publicado varios libros, entre ellos Lemoniz, Zorrozaurre, Otxarkoaga, Erotismo y Gastronomía, Stride la Vanpa. Recibió el Premio Nacional de Gastronomía con El asfalto culinario y mejor libro de fotografía gastronómica con Cocinar lo menos posible, ambos con Xabi Gutiérrez, del Restaurante Arzak. Ha expuesto en Bilbao, San Sebastián, Sevilla, Barcelona, Gijón, Valencia, Teruel, Vitoria y Roma.
Proyecto Karakorum
Las mujeres del Valle de Hushé, una región de alta montaña del norte de Pakistán, aceptan la tiranía de la sociedad en la que viven como un antojo imperturbable del destino. Se levantan a las cuatro de la mañana y sus días se extienden sin aliento durante dieciocho horas sin fin. Suyo es el cuidado de niños y ancianos, el del campo y el ganado. También la recogida y el transporte del agua.
Baltistan Fundazioa —ONG de cooperación internacional al desarrollo impulsada por montañeros vascos en recuerdo de Félix Iñurrategi— lleva muchos años impulsando el desarrollo integral de las personas de esta comunidad, con especial hincapié en sus mujeres. El objetivo es que éstas adquieran conciencia de sus derechos y comiencen a ejercerlos. Que ese destino imperturbable cambie.
La exposición tiene la intención de acercar la labor que se realiza en esta zona de viviendas frágiles que habitualmente sólo disponen de una habitación compartida por todos los miembros de la familia: abuelos, padres e hijos. Sus habitantes viven de una agricultura de supervivencia basada en el cultivo del trigo, la producción de verduras para el autoconsumo, albaricoques y algunas otras frutas. “Son las mujeres las que soportan el mayor peso de esta economía; agricultura y ganadería son atendidas por ellas, así como las personas ancianas, niñas y niños”, relata Sarai Martín, responsable de género de Baltistan Fundazioa.
En una sociedad que casa a sus hijas a los doce años y que desalienta a las familias para que no las envíen al colegio, en Baltistan Fundazioa saben que la educación es precisamente la llave de su presente y su futuro. De ahí la importancia de los centros de mujeres que promueven en la zona con el objetivo de ofrecerles formación, facilitar reuniones y otras actividades colectivas sobre agricultura, higiene, nutrición, manualidades… Lugares en los que poner en común sus necesidades y también sus sueños. En los que aprender a progresar en su autonomía y crecimiento personal para poder liberarse de los valores tradicionales y conservadores que rigen sus vidas.
Uno de los mayores éxitos conseguidos por Baltistan Fundazioa ha sido que las mujeres contribuyan a la economía familiar creando sus propios negocios.
Sólo por esta aportación económica que realizan y no por el convencimiento de que es su derecho, la sociedad en general y los hombres en particular, van dejando espacio a las mujeres, permitiéndoles acceder a la educación y a los centros de mujeres. Un rayo de luz al final del túnel.
Ya lo dijo Calderón de la Barca en el siglo XVII: “Venciste, mujer. Con no dejarte vencer”.